viernes, 9 de septiembre de 2016

Un pueblo serio

En Bata, cuando subías al hospital, llegando justo a la entrada del complejo, si girabas a la derecha, como para ir a la emisora, veías una aparatosa cruz de cemento. Fue en ese lugar donde, por última vez, en la etapa colonial, funcionó la horca. Se ejecutó a un joven guineano, por haber cometido el terrible delito de tener acceso carnal con una chica blanca. Una española. De nada sirvió que la joven manifestara que estaba enamorada y que quería casar. La repatriaron. A la crueldad gratuita, sello característico del colonialismo, se añadió el escarnio: nadie le dijo al reo lo que iban hacer con él. De modo que, cuando llegó la madre a media tarde para llevarle el almuerzo, se encontró con el tétrico panorama. Corría el año 1955.

Hechos de este jaez, profusos en la profunda colonia, responden, alto y claro, la ingenua pregunta que nos hacen hoy: "¿para qué pedistéis la independencia, si estáis peor que cuando estabáis con nosotros?" Por eso cambió el sometimiento colonial por el sometimiento a los tiranos propios. Hechos de esta naturaleza, que jalonaban la colonización, hicieron que nuestro Pueblo llegara ofuscado a su independencia. Lo importante era sacudirse de encima el oprobio de la ocupación colonial, no el sometimiento.

En el año 68, nuestro Pueblo vivió una experiencia para la que no estaba madurado: acceder a la soberanía nacional. Por eso nuestro Pueblo jamás se preguntó: ¿qué queremos hacer con nuestro pequeño país?

Nuestra Subregión esta viviendo un momento delicado. Cualquier solución que no sea del agrado de los gaboneses, será cerrar la herida en falso. Con la dura experiencia colonial y la alucinante experiencia de un régimen tiránico, somos un pueblo maduro y serio. Concluida la tiranía, nuestro Pueblo tendrá que formularse estás preguntas: ¿cómo podemos construir un estado modelo en Guinea Ecuatorial, con qué y con quiénes? Este es, pues, nuestro momento. El momento de sentarnos y planificar pacíficamente nuestra construcción nacional. La articulación de nuestra convivencia.

Que a la destrucción tiránica no le siga la destrucción étnica, sino la construcción nacional, por un Pueblo maduro y serio.
Por Francisco ELA ABEME

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